Nueva Orleans está a merced de la furia de los elementos. Olas gigantescas de más de nueve metros de altura sumergen los canales de drenaje y los diques inestables, e inundan el 80 % de la ciudad. Bajo la mirada asustada del resto del mundo, miles de habitantes quedan atrapados sin agua, sin comida y sin refugio, acompañados por unas autoridades superadas por la magnitud del desastre.
El impacto del Katrina no solo fue devastador en términos de vidas humanas, también sembró el caos en las infraestructuras básicas de la ciudad, interrumpiendo brutalmente todos los servicios de transporte, comunicación, salud, energía, agua y saneamiento. A día de hoy, la ciudad continúa curando las heridas de la catástrofe, que provocó daños valorados en unos 15.000 millones de dólares. El huracán Katrina es el desastre natural más costoso en la historia de la nación.
Judith Rodin, presidenta de la Fundación Rockefeller

“Nueva Orleans (…) se convierte en un modelo de resiliencia para las ciudades del siglo XXI. El huracán Katrina nos ha enseñado que al reforzar su capacidad de resistencia, las ciudades pueden prepararse para enfrentar una nueva catástrofe, construyendo una economía y una sociedad más fuerte.”
en respuesta a la pregunta “¿Qué lecciones pueden extraer las ciudades de la experiencia de Nueva Orleans?”
Resiliencia urbana
El caos que provocó el Katrina en Nueva Orleans sacó a la luz algunos problemas con los que suelen enfrentarse las ciudades. La iniciativa 100 Ciudades Resilientes (100RC) de la Fundación Rockefeller distingue dos categorías. Por un lado, el estrés crónico que debilita el tejido urbano: tasa de paro elevada, escasez de alimentos y agua, violencia, o incluso transportes públicos ineficaces. Por otro lado, los sucesos repentinos e inesperados, como terremotos, inundaciones, epidemias o ataques terroristas.
En el año 2013 se lanzó la iniciativa 100RC para ayudar a las ciudades de todo el mundo a responder mejor a los desafíos sociales, económicos y materiales característicos del siglo XXI. En colaboración con el sector privado y público, universidades, ONG y una red mundial de ciudades (Chicago y Boston, Montreal, París, Londres, Singapur, Sídney, Kigali, Santiago, Deyang,…), trabaja para mejorar la “resiliencia urbana”, es decir, la capacidad de una ciudad de sobrevivir, adaptarse y crecer, independientemente de las tensiones crónicas y de las crisis graves por las que atraviesa.
Resistencia de las infraestructuras
Veolia, que colabora con los municipios, se incorporó a la red 100RC en 2014. Posteriormente, el grupo se ha asociado con la reaseguradora Swiss Re y la Fundación Rockefeller para ayudar a las ciudades a comprender mejor los riesgos a los que se exponen y se expondrán sus recursos vitales en función de la evolución del clima. Basándose en estudios, las ciudades pueden elaborar planes de prevención contra las catástrofes y diferentes crisis, reforzar la resistencia de sus infraestructuras básicas y acelerar la recuperación económica después de un suceso dramático.
Nueva Orleans forma parte de las ciudades que prueban este sistema de resiliencia de las infraestructuras. Cuenta con una hoja de ruta estratégica denominada Resilient New Orleans. En este contexto, Veolia y Swiss Re la acompañan en la mejora de la gestión de sus recursos críticos, como sus redes de agua y saneamiento, para facilitar la vuelta a la normalidad después de una catástrofe.
Confianza de más de veinte años
Para Veolia esta iniciativa es la continuación de una colaboración de más de dos décadas con Nueva Orleans. El grupo explota desde 1992 dos plantas de tratamiento de aguas residuales para S&WB (Sewerage & Water Board). Los equipos de Veolia, instalados en la región, se encontraron en primera línea para observar el impacto de Katrina antes, durante y después del paso del huracán. Trabajando sin descanso noche y día, realizaron la proeza de restablecer el funcionamiento de las instalaciones de gestión de las aguas residuales dentro del plazo de 60 días fijado por la EPA (Environmental Protection Agency). Veolia también gestiona instalaciones de tratamiento de aguas residuales en algunos municipios vecinos, y ofrece prestaciones medioambientales a las empresas locales.
“Estamos muy contentos de continuar esta colaboración con Veolia, que ha contribuido a convertirnos en un actor medioambiental imprescindible para los residentes de Nueva Orleans y nos ha ayudado a obtener resultados concretos en beneficio de nuestra comunidad”, destaca Cedric S. Grant, director ejecutivo de S&WB.
La colaboración entre Nueva Orleans y Veolia, repetidamente aplaudida, ganó el año 2011 un Premio a las Infraestructuras otorgado por el Consejo nacional de colaboraciones público-privadas, organismo independiente y sin ánimo de lucro, que recompensa su trabajo a favor de la protección de la salud pública y el medio ambiente.